domingo, 3 de mayo de 2015

El pesimismo de Arturt Schopenhauer y el optimismo de Friedrich Schleiermacher.


Hace unos días, después de dormir una siesta y seguir tirado en el sofá, descubrí en los estantes que tenía en frente de mí, un pequeño libro de Schopenhauer, llamado Eudemonología.-parerga y paralipomena-. Empecé a echar un vistazo al librito, y recordé por la fecha que en su día escribí, que esta obra la leí, creo yo, por el año 1982, abrí el libro a voleo y me concentré en estos párrafos. Dice el filósofo... -Sólo el hombre llegado a una edad muy avanzada, tendrá una idea completa y exacta de la vida, porque la abarca con la mirada en su conjunto y en su curso natural, y, sobre todo, porque no la ve como los demás, únicamente del lado de la entrada, sino también del lado de salida; así colocado, reconoce plenamente la nada, mientras que los demás son juguete de esa ilusión constante de pensar que ahora es cuando va a venir lo verdaderamente bueno. Eudemonología, página 347.Capítulo VI. Estos párrafos me dieron mucho que pensar, ya que no es lo mismo leer a Schopenhauer de joven, que cuando se está entradito en años y a las puertas de plegar velas y tomarse la vida con más calma y mucha "filosofía".




Fueron muchos los motivos que debieron contribuir al filósofo para adentrarse por  los caminos del pesimismo, siendo su naturaleza la principal causa de esta inclinación; también los disgustos y desavenencias familiares influyeron de manera significativa en los negros presentimientos que durante años le acompañaron. El incidente casual o intencionado de la muerte de sus padre fue un acontecimiento que jamás pudo superar. La madre al poco tiempo de quedarse viuda se instaló en los salones cultos de Weimar, impulsada por su vocación literaria y entusiasmada por la continúa presencia de Goethe, dejando a su hijo solo, agudizando aún más su carácter y rasgos dominantes que le convirtieron en un ser sombrío, melancólico y triste, y como él dijo en algunas ocasiones un ser descarriado de su destino.
           El pesimismo de Schopenhauer disuelve a la conciencia al final de la vida en el vacío y la nada, su poderoso intelecto no repara en la sencillez intuitiva de la mente espiritual, a la que aparentemente desdeña, pero no la rechaza de manera definitiva.  Durante años estudia los Upanishads, también muestra cierta admiración por el lado más sombrío del cristianismo: dogma de la caída, el ascetismo, la predestinación, las vías misteriosas de la gracia, el misticismo, según se deduce de su lectura el pesimismo y el ascetismo son para él idénticos. Poco antes de su muerte busca consuelo en su compatriota Jakob Böhme. Aunque yo creo que para acercarse a obras tan espirituales es necesario despojarse de los parámetros intelectuales y dejar paso de manera humilde a las intuiciones amorosas e inteligentes de la mente espiritual. No afronta la muerte de la misma manera un místico, un intelectual,  que un sencillo creyente, el verdadero místico desea cuanto antes la muerte, sabe que la muerte es el nacimiento en otro mundo, lo mismo que el nacimiento en este mundo supone la muerte en otra realidad que para él es más real que las limitaciones sensitivas que le ofrece el mundo físico. Schopenhauer en los últimos párrafos de -parerga y palipomena-Eudemonología- cita a el Eclesiastés cuando dice que "El día de la muerte es mejor que el día del nacimiento" y seguidamente hace una alegoría de las etapas del hombre con los planetas mayores y menores del sistema solar, para concluir diciendo que... ¡siquiera fuésemos capaces de comprender el mecanismo por medio del cual se practica ésto! entonces todo estaría claro. El filósofo insiste en la disolución de la conciencia en el vacio y la nada en su obra -La representación intuitiva-, XLI, página,125.donde dice... Es absurdo suponer que el no ser pueda significar un mal, pues la existencia y la conciencia cesan al mismo tiempo que la vida.
            Como gran genio, es contradictorio, Schopenhauer es atraído por el misterio en su vida privada, apartándolo de toda su obra filosófica. Este hombre dotado de una inteligencia superior comprende en su interior que el hombre no puede vivir sin misterios, pero él no los siente y trata de comprenderlos con una herramienta que no es apropiada para su comprensión, "la mente intelectual". se supone que los misterios son incomprensibles; suelen ser ininteligibles para muchos hombres, yo personalmente puedo llegar a aceptar la conveniencia que puede haber entre dos ideas que aisladamente me son conocidas, sin llegar a comprender la razón de esa conveniencia. Rechazaría esas ideas que pueden suponer un misterio si fuesen absurdas o envolvieran alguna contradicción cuya razón de ser excede a todo entendimiento.



                                                                         

La obra de Schopenhauer tiene un gran atractivo para los jóvenes, artistas y personajes naturalistas bohemios, deja de tener atractivo cuando se cumple años y por ejemplo uno descubre el amor, la inteligencia y optimismo de Friedrich Schleiermacher. Cuando durante años nos han asediado y saturado con el frío y rígido pensamiento ilustrado de Kant, se presenta Friedrich Schleiermacher. y sus pensamientos que obran como un muro de contención que se hace impermeable a la fría racionalidad, contribuyendo a dar vida al romanticismo alemán.
            Con sencilla humildad recomiendo los Monólogos de Friedrich Schleiermacher para aquellos que estén saturados y  hartos  del pensamiento racionalista.


      

                                         
Siempre he de conservar este fresco valor de vivir, lo he de llevar sin debilitamiento a la edad avanzada. Lo que ahora me alegra, ha de alegrarme siempre. Mi voluntad ha de permanecer fuerte y mi fantasía viva. Nada habrá de arrancarme la llave que me abre las puertas misteriosas del mundo superior, y nunca habrá de apagárseme el fuego del amor. No quiero ver las temidas debilidades de la vejez. Me prometo a mí mismo un enérgico desprecio a todo infortunio que no se interfiera con la meta de mí ser. Me juro a mí mismo eterna juventud”  Friedrich Schleiermacher "Monólogos" Página 89.

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