lunes, 15 de junio de 2015

Las confesiones de Jean Jacques Rousseau.

                                                             

Los incondicionales de Rousseau siempre nos dicen que el filósofo afirmaba que la revelación era una especie de "blasfemia" para la razón, (Os imaginais a Rousseau llegar a esta conclusión) el mismo se vio obligado a confesar que el origen del lenguaje es inexplicable sin la revelación. Afirmaba que era imposible que las lenguas se formasen por medios puramente humanos. (-Ensayo sobre el origen de las lenguas. J. J. Rousseau-) Esta misma opinión la hace en unas cartas dirigidas a su amigo Giradin.
           Lo esencial estriba en saber, si es la mente, a través del cerebro el que impulsa los estímulos y manda sobre el lenguaje, o si es el lenguaje el que ha forzado a la mente y al cerebro a activar centros y zonas claves que desarrollan el lenguaje, siendo los sentidos los que impulsan esta actividad (recordemos la estatua de Condillac) al igual que lo hace sobre determinados actos y sentimientos.
          No obstante este enigma lo abordan muchos pensadores entre ellos el filósofo y lingüista Wilhelm von Humboldt, cuando simbólicamente dice. -Crió Dios en ellos (Adán y Eva) la ciencia del espíritu, llenoles el corazón de discernimiento; dio entrambos razón y lengua. Eclesiástico, cap 17, V 5 y 6. Humboldt, jamás abandonó esta verdad simbólica.
         ¿Cómo se ha de comprender este acto? ...cuando ciertos individuos sienten la necesidad de confesar públicamente algo.
          El hacer una interpretación lacaniana de las confesiones de Rousseau o cualquier otras confesiones públicas, por ejemplo las de Agustín de Hipona. Puede ser interesante para aquellos que confíen y crean en la bondades del sicoanálisis, yo personalmente creo que las confesiones de Rousseau en este caso  tienen una interpretación más prosaica de lo que parece.
          Este es el quid de la cuestión de las confesiones públicas. En el caso de Rousseau, el tratar de confesar una posible falsedad públicamente para ocultar algo inconfesable.
          No lo digo yo, lo dice él. Este filósofo que pretende hacerse pasar por el amante de la verdad, el de la sinceridad absoluta, no solo se engaña por sus propios recuerdos y la memoria de los hechos, si no que en sus confesiones se muestra por fin igual de humano que el resto de los mortales, proclamando a los cuatro vientos sus depravaciones sexuales y el arrepentimiento al reconocer que entrega a sus hijos al torno del orfanato, pero estas confesiones ocultan algo más humano y vergonzante para un hombre con un ego inconmensurable como el de Rousseau, igual o parecido en proporciones al de San Agustin.
           Rousseau, pretende escamotear algo verdaderamente inconfesable, y es que él, nunca tuvo hijos, porque era incapaz de engendrarlos, prefería pasar por un hijo de Satanás que tira a sus hijos al arroyo, que pasar por un hombre incapaz de engendrar y por tanto transmitir vida. Propio de Rousseau, todo artificio y retórica.
         Quizás sea mejor así, me estoy refiriendo a lo que puede deparar el destino al alma de Rousseau, pues según la ley de la justa retribución vedanta, el desentenderse irresponsablemente de los inocentes, depara un futuro penoso y bastante oscuro.
         Bueno esto es una opinión personal, ya sabéis que yo siempre cuento con  el lado trascendente de las personas.


2 comentarios:

  1. Hola Pedro!

    Nunca he leído a Rousseau pero tengo entendido que él decía que el hombre era bueno por naturaleza y la sociedad lo hacía malo, no sé si lo dijo realmente así o en que contexto.

    A lo que puede llegar el ser humano, prefería decir que abandonó a sus hijos a confesar que en realidad era estéril. Yo ahora estoy leyendo "El hombre mediocre" (José Ingenieros) y en su descripción del hombre mediocre, incluso lo denomina una sombra, también habla de la envidia, y el envidioso prefiere mil veces confesar toda clase de vicios aunque sean terribles que reconocer su propia envidia, ya que revelaría su propia conciencia de inferioridad.

    Supongo que algo similar sintió Rousseau, prefería ser considerado un malvado en vez de un ser "incompleto" (yo no creo que el no poder tener hijos sea algo malo, simplemente es algo determinado por una causa natural que no tienen nada que ver con las capacidades personales).

    Un saludo!

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  2. Hubiésemos salido ganando si este hombre en vez de empeñarse en ser un filósofo hubiese continuado con la pasión que sentía por la música.

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